Me obsesioné con el funcionamiento de la memoria. Pasé muchos años tratando de entender sus operaciones. Tratando de controlarla e inquietandome de sólo pensar en el olvido. Un día entendí el absurdo. Podemos sacar mil fotos, podemos ver y rever mil veces los mismos VHS, podemos leer cartas viejas que atesoramos como piedras preciosas en una caja de zapatos, podemos poner intencionalmente canciones del pasado o contar mil veces la misma historia. Pero quizás nada suceda. Porque no tenemos control real sobre la memoria y en vano serán todos nuestros intentos.